El apio es una planta de raíz corta, muy sana y refrescante, debido a su abundante contenido en agua, sales minerales y diferentes vitaminas, como la C y la E.
Su mayor poder curativo radica en el aceite esencial, que contiene, entre otros compuestos, soralenos, responsables de su olor característico.
Entre las propiedades curativas del apio, destacan sus beneficios a la hora de combatir el asma, la bronquitis y proteger el sistema digestivo. Además tiene propiedades diuréticas y expectorantes.
Proporciona un gran alivio ante cualquier tipo de inflamación, como la artritis reumática, la osteoartritis o la gota.
Ayuda a reducir el nivel de colesterol en sangre aumentando la secreción de ácidos biliares, encargados de movilizarlo.
Es muy digestivo debido a su alto contenido en fibra, que estimula los movimientos intestinales, evitando así el estreñimiento.
Está demostrado también su efecto anticancerígeno, ya que contiene distintos elementos que combaten la metástasis de las células tumorales.
Ayuda de forma considerable para que los ciclos menstruales se vuelvan regulares y también, a combatir las infecciones urinarias. Actúa sobre la matriz, normalizando las reglas y disminuyendo los dolores menstruales.
Contiene un compuesto, la ftalida, encargado de relajar los músculos que rodean las arterias. De esta manera los vasos sanguíneos se dilatan y la presión sanguínea disminuye. Esta propiedad hace del apio un alimento muy apropiado para personas que padezcan hipertensión.
Provoca un efecto relajante sobre el sistema nervioso, ayudando así a prevenir el insomnio o el estrés.
Es muy utilizado en dietas de adelgazamiento, gracias a su capacidad de calmar el hambre fácilmente y sin hacernos engordar.
Ayuda a eliminar toxinas en el organismo, de manera que se rompen cálculos renales y biliares. Muchos de los que han padecido alguna vez cálculos, logran no volver a sufrirlos más gracias al consumo de zumo de apio.
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