La miel

La miel de abeja es un producto del que el hombre se beneficia desde hace más de 10.000 años. Tiene aproximadamente un 80% de azúcares naturales procedentes de los néctares de las flores y un 18% de agua. El resto se compone de 180 sustancias muy beneficiosas.

Además de ser una alimento muy energético, la miel posee muchas propiedades medicinales. Las más importantes son para la piel, ya que la tonifica y la nutre. Por este motivo es muy aconsejable en personas con la piel seca y para las arrugas.

Durante siglos fue utilizada para curar heridas, ya que se conoce que tiene propiedades antibióticas, antisépticas, cicatrizantes y calmantes.

La miel es muy beneficiosa para nuestro aparato respiratorio y su consumo habitual nos ayuda a prevenir los resfriados.

Además de ofrecernos un gran aporte energético, es muy buena para el aparato digestivo y es útil para el estreñimiento. Estimula la actividad del hígado y posee un gran efecto desintoxicante.

Se utiliza para el insomnio, el estrés y la ansiedad, por los efectos que tiene sobre el sistema nervioso central.

No debe ser ingerida por personas diabéticas debido a su alto contenido en azúcares y su gran valor energético. Además tampoco deben consumir miel aquellos que son alérgicos al polen, ya que podría producir una reacción alérgica.

Es muy recomendable para los deportistas, ya que el organismo aprovecha muy rápidamente los nutrientes que contiene. Aporta abundante energía tanto a los músculos que más necesitan trabajar como a los que no trabajan bien, como el miocardio. Esta propiedad hace que la miel también sea beneficiosa para aquellos que padecen patologías cardíacas, aportando grandes ventajas al corazón.

Es utilizada por muchos cantantes para aclarar la voz, ya que es muy buena para la garganta.

Los expertos consideran que es uno de los mejores sustitutos del azúcar, con un 30% menos de calorías. Ademán evita la pérdida de calcio que provoca el consumo de azúcar y aporta más nutrientes, como vitaminas.