
Además es antioxidante, previene de problemas cardiovasculares y reduce la posibilidad de desarrollar cáncer.
Ayuda a reparar y regenerar diferentes tejidos de nuestro organismo. Su alto contenido en vitamina E ayuda a retardar el envejecimiento y la aparición de alergias.
El consumo de kiwi es especialmente aconsejable en períodos de crecimiento, embarazo y lactancia. El ácido fólico ayuda a la formación de las células sanguíneas del embrión y permite un correcto desarrollo.

Además es una importante fuente de luteína, que ayuda a la protección de los ojos mediante la filtración de la luz dañina, lo que ayuda a prevenir la degeneración causada por la edad así como la aparición de cataratas o glaucoma.
La injesta de kiwi mejora el estado de pieles con acné y es un gran aliado para bajar de peso, debido a su capacidad de saciar. Esto es consecuencia de su alto contenido en fibra y agua.
Ayuda a aumentar las defensas, prevenir resfriados y es un remedio muy eficaz en contra del estreñimiento.
La aportación de fibra que ofrece el kiwi ayuda a reducir la cantidad de colesterol en la sangre y a controlar la glucemia en personas con diabetes.
El kiwi contiene mucho potasio y poco sodio, lo que lo hace muy indicado para combatir la hipertensión o afecciones de vasos sanguíneos y del corazón.
Previene la gastritis, el asma y otras enfermedades respiratorias por su aporte de vitamina C.
Ayuda a eliminar el exceso de sodio presente en el organismo y a mejorar la fertilidad. Además ayuda a combatir el estrés, algo muy presente en la vida diaria.
Su consumo está contraindicado en personas con cálculos renales o insuficiencia renal así como en personas alérgicas.
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