
Este aceite tiene múltiples propiedades medicinales. Es un líquido graso y ligeramente rojizo, con un sabor similar a la avellana. Se obtiene mediante el prensado de los frutos del Argán. Está constituido por grasas en un 99% y contiene muchos ácidos grasos monoinsaturados, como el oleico y el linoleico.
El aceite de Argán ya era utilizado tradicionalmente para el cuidado de la piel. Hoy en día muchos estudios científicos ya han comprobado la gran variedad de beneficios que se pueden obtener de él, lo que ha despertado el interés de numerosas compañías de cosmética.
Sirve para hidratar y proteger la piel, utilizándolo en forma de mascarillas. Además su poder antioxidante ayuda a restaurar la piel y a impedir su envejecimiento prematuro, neutralizando los radicales libres. Protege de la radiación solar y ayuda a tratar las quemaduras. Disminuye la aparición de arrugas en el cutis y reduce el tamaño de las estrías.
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Tiene propiedades beneficiosas para el cuero cabelludo, lo que ayuda a que la caspa desaparezca.
El alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados, hace de este aceite un alimento medicinal muy beneficioso. Además aporta hasta un doble de vitamina E en comparación con el aceite de oliva, por lo que es un antioxidante más potente.
Ayuda a reducir el colesterol, impidiendo la aparición de enfermedades como la arteriosclerosis y reforzando así el sistema cardiovascular. Esto es muy útil para aquellos que sufran hipertensión, ya que de esta manera pueden reducir la presión arterial.

Otra de sus propiedades más destacables es su capacidad como anticancerígeno, gracias a su contenido en tocoferol, carotenoides y fitoesteroles, entre otros. Todos estos componentes son poderosos antioxidantes, por lo que ayudan a prevenir el desarrollo de tumores malignos.
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