domingo, 10 de noviembre de 2013

La soja

La soja es un producto muy consumido en países orientales como sustituto de la carne. Posee muchas muchas más proteínas y aminoácidos esenciales que el resto de las legumbres. Esta propiedad hace de la soja un alimento muy recomendable en las dietas vegetarianas.

Es muy rica en calcio, contiene prácticamente la misma cantidad que la leche de vaca. Sirve como sustituto para aquellas personas que tengan intolerancia a la lactosa. El calcio que aporta es muy importante para las personas que sufren osteoporosis, ya que impide la pérdida de masa ósea. Además contiene una isoflavona que previene la descalcificación de los huesos impidiendo la pérdida de calcio por estos y su expulsión al exterior por medio de la orina.

La soja aporta también una importante cantidad de fósforo, que interviene en la formación de huesos y encimas y contribuye en el buen funcionamiento cerebral y nervioso.

Sustituyéndo la carne por soja se puede reducir el colesterol en sangre hasta un 20%, ya que la isoflavona genisteína ayuda a disminuir el colesterol malo, los triglicéridos y mejora la flexibilidad de las arterias. De esta forma la sangre puede fluídificar más fácilmente y la circulación se vuelve más efectiva.

Previene que el colesterol se deposite en las paredes arteriales provocando arteriosclerosis y disminuye el riesgo de padecer alguna enfermedad cardíaca.

Contiene ácidos grasos omega-3, que intervienen también en mantener las arterias en un mejor estado, más jóvenes y flexibles.

Es muy útil para eliminar líquidos y para combatir la hipertensión, ya que su alto contenido en potasio ayuda a contrarrestar los niveles de sodio. Además contiene magnesio, que en combinación con el potasio ayuda a reducir la presión sanguínea. El potasio también ayuda a que el corazón, los riñones y los nervios se conserven en un estado óptimo.

La soja es un anticancerígeno muy potente. Las isoflavonas detienen el desarrolo de las células cancerosas. Es especialmente efectiva en la prevención del cáncer de mama, próstata, útero y colon. La genisteína y la daidzeína ayudan a neutralizar las propiedades cancerosas de los estrógenos.

Las isoflavonas y lignanos pueden disminuir las hormonas masculinas causantes de la hiperplasia protática y ayudan a inhibir el crecimiento celular de las células cancerosas en este órgano.

Las proteínas animales hacen que el organismo produzca más amoniaco, por lo que este a veces es expulsado de manera ineficaz y puede dañar el cerebro. Sin embargo, las proteínas de origen vegetal no producen tanto amoniaco, por lo que son más beneficiosas para un hígado enfermo con dificultad para eliminar este producto tóxico para el organismo.

Estabiliza los niveles de glucosa en sangre, liberando los azúcares poco a poco, lo cual es muy beneficioso para personas con diabetes.

La soja contiene lecitina, que refuerza la acetilcolina. Esto ayuda mucho a preservar la memoria y hace de la soja un alimento muy recomendable para la gente con Alzheimer. La lecitina contiene fosfolípidos, que componen los transmisores cerebrales. Por este motivo la soja mejora las capacidades cognitivas.

Aporta una importante cantidad de fibra, que mejora el tránsito intestinal e impide el estreñimiento.

Se emplea en cosmética. El aceite de soja es muy bueno para el cuidado de la piel. Se utiliza sobre todo en mascarillas, cremas limpiadoras y cremas para piel seca.

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