La alfalfa es una planta perenne de la familia de las papilionáceas. Cuando pensamos en la alfalfa, lo primero que se nos viene a la mente es que se trata de un alimento básicamente para animales, y aunque se utilice ampliamente en ganadería, también lo pueden consumir las personas. Este alimento puede aportarnos muchos nutrientes y minerales y puede resultar beneficioso sobre todo en personas que practican algún deporte.
Está compuesta por fibras como la pectina, vitaminas (A, C y D), tiamina, taninos y minerales tan importantes como el sodio, magnesio, calcio, hierro, fósforo y zinc entre otros. La alfalfa se debe ingerir en brotes tiernos, al contrario que los animales que la consumen cuando está crecida y florecida. Tiene un sabor similar al de cualquier otra verdura y puede ser útil en nuestra dieta por sus diversos beneficios sobre nuestra salud.
- Influye sobre el metabolismo
Debido a su composición rica en vitaminas, aminoácidos y minerales, puede ayudarnos a prevenir y mejorar ciertas enfermedades metabólicas. Posee unas propiedades diuréticas características que le confieren estos componentes y que ayudan contra la retención de líquidos.
La alfalfa contiene isoflavonas, estas isoflavonas tienen propiedades que ayudan en el tratamiento de algunas enfermedades en las que influye la cantidad de hormonas. Las isoflavonas son fitoestrógenos que pueden ayudar en la inflamación durante la menstruación originada por endometriosis. También se puede utilizar para aliviar el déficit de hormononas durante la menopausia y para aliviar los dolores durante la menstruación.
Facilita la digestión ya que permite metabolizar las grasas con mayor facilidad y de esta manera facilita también la asimilación de los alimentos. Además la ensalada de alfalfa es muy útil para tratar las úlceras estomacales, los gases o la acided.
La alfalfa contiene saporinas, que son muy útiles para la absorción del colesterol a nivel intestinal y las cumarinas, tienen propiedades antiagregantes por lo que previene en la coagulación de la sangre y también sobre la arterioesclerosis.
La vitamina C es muy importante para tratar básicamente la carencia de esta vitamina, por lo que es eficaz para tratar el escorbuto. También se utiliza para aliviar los síntomas de algunas enfermedades como la gripe y resfriados. En general, las vitaminas y minerales que contienen la alfalfa constituyen un recostituyente general, por lo que es útil para tratar la anemia, la falta de energía o el cansancio general.
La alfalfa tiene diversas propiedades beneficiosas sobre nuestro sistema circulatorio y en concreto sobre la coagulación de la sangre. Es rica en vitamina K, que resulta muy necesaria para el hígado para formar la protrombina. La alfalfa contiene también ácido fólico que refuerza estas propiedades. Así, estas sustancias ayudan a prevenir hemorragias nasales, hematomas, sangrado vaginal, hemorroides.
Gracias a las propiedades antiiflamatorias y diuréticas de la alfalfa, constituye un buen remedio para tratar las cistitis, nefritis y piedras en el riñón.
Si introducimos de manera habitual el consumo de esta hierba como verdura en nuestra dieta, puede ayudarnos a combatir algunas de estas anomalías. Aunque si no se dispone de la verdura, también se puede consumir infusiones de esta planta.
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